No es un romano, es Ramón de Basterra.
el autor de Las ubres luminosas y otros libros de poesía, murió
en 1928. Después de su muerte, se reunieron varios escritores y
amigos suyos en el Ateneo bilbaino y al parecer fue José Félix de Lequerica el que propuso que en algún jardín de la villa se
colocara un busto del poeta.
En
1934 Julián Zugazagoitia era teniente de alcalde del Ayuntamiento
y llevó la idea a la práctica.
En enero de 1935 se inauguró el busto, que es obra del escultor Quintín de Torre.
Esto
lo cuenta José Ramón Blanco en su biografía de Ramón de Basterra.
Precisamente el libro comienza así: “Para muchos bilbainos, Ramón
de Basterra es una estatua al aire libre en la entrada del parque de
Doña Casilda y poco más”.
Esta estatua lleva toga de piedra y no chaqueta, en alusión a la Escuela Romana del Pirineo, de la que se que considera fundador a Basterra.
Esta estatua lleva toga de piedra y no chaqueta, en alusión a la Escuela Romana del Pirineo, de la que se que considera fundador a Basterra.
En
el capítulo dedicado a la calle María Díaz de Haro del libro Alma
y paisaje de Bilbao, de Damián Roda, publicado en 1954, lo primero
que se nos dice es, precisamente, que el busto del poeta Ramón de
Basterra contempla el inicio de esa calle desde una entrada del
parque "vencida ya la prolongación de la Gran Vía y en el último de los accesos que desde esta
conducen al parque de doña Casilda Iturrizar.”
Allí
sigue.