viernes, 18 de enero de 2013

Pedro Guimón, 1944



Todo lo que está arriba pertenece a la ciudad secreta, porque la gente no suele ir por ahí mirando hacia arriba, y, sin embargo, en esa parte superior de la ciudad hay todo un mundo de terrazas, azoteas, tejados, habitaciones, torres, elementos decorativos, apariciones y maravillosas cosas incongruentes como esta que se le ocurrió a Pedro Guimón no sé por qué, quizás porque la arquitectura racionalista se dejaba invadir por infecciones de los estilos que ya se iban. El edificio, un afortunado juego de volúmenes (como reza el tópico arquitectónico) está en una de las esquinas de Licenciado Poza con María Díaz de Haro y cuando hay sol aparece en el desfiladero de casas como una iluminación, como una idea, pero con toda su materia organizada y el misterio interno de la vida. ¿Y ese templete? ¿Qué función tiene? ¿Para qué sirve? Pues sirve para que el cielo pase a través de él y tengamos un lejano recuerdo de Grecia, azul y blanco, como corresponde.