Es muy rara la nieve en Bilbao. Tan rara como que caiga al nivel del mar. Más raro todavía es que se quede en las aceras el tiempo suficiente como para ver la ciudad nevada.
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lunes, 25 de febrero de 2013
domingo, 17 de febrero de 2013
Bilbao, la lluvia, la Alameda de Urquijo y el Garaje San Mamés
Hay un Bilbao en el que siempre está lloviendo. No quiero alarmar a los visitantes. Quizás ellos puedan elegir otro Bilbao, el de los días claros, el Bilbao que vira hacia el Sur, el gran Sur de donde viene el viento africano y el recuerdo de Andalucía, las rutas hacia América (del sur) y el aire que conforta a las muchas palmeras que le han salido a la ciudad en los últimos tiempos, como si todo Bilbao fuera un jardín de indiano. Pero hay un Bilbao en el que siempre está lloviendo. Por ejemplo, el de algunos versos de Blas (de Otero). Hay un pedazo de la Alameda de Urquijo que está entre la calle Autonomía y la calle María Díaz de Haro en el que, según las imágenes que traigo, llueve siempre. Esta parte de la ciudad fue tierra de nadie, fue borde, límite, extrarradio antes de incorporarse al centro. No hace falta ser muy viejo para recordar paisajes que estuvieron aqui y que ahora parecen de otros mundos cuando alguien los describe o muestra una vieja fotografía. Claro que son de otros mundos esos paisajes, los mundos que el tiempo se ha ido llevando. Alrededor de este tramo de calle con lluvia hubo huertas, luego fábricas, teatros, casas nuevas que ahora son casas de respetable edad o que ya no existen. Alrededor de este tramo de calle, los jugadores del Athletic de los tiempos gloriosos ponían sus negocios cuando se retiraban, casi siempre talleres de reparación de coches. Y en este tramo de calle permanece el garaje San Mamés, el único que queda de una serie de edificios que daban servicio a los vehículos de motor en un tiempo en que la industria del automóvil era otra cosa (todo ha sido otra cosa, todas las cosas han sido otro mundo). Ahora que ha muerto el garaje RAG, y han derribado el edificio que hubiera servido para hacer lofts (¿por qué no tenemos lofts en Bilbao, teniendo la materia prima para hacerlos?), ya sólo nos queda el garaje San Mamés en este Bilbao iconoclasta. Del otro garaje, el RAG, que estaba junto a la Alhóndiga, dice la Guía de Arquitectura de Bilbao del Colegio Oficial de Arquitectos Vasco Navarro que "con sus superficies blancas, su composición en paños horizontales y su chaflán curvo, conserva la esencia de los postulados racionalistas del Ensanche en un edificio de uso industrial". Esto ya sólo puede decirse del Garaje San Mamés, que aparece en la misma guía (manejo la edición de 1993) como "Edificio industrial" en J.M. Escuza 12/Alameda de Urquijo 75. Si el RAG era de 1933, el Garaje San Mamés data de 1945 y su autor fue el arquitecto J.M. Sainz Aguirre. La misma guía destaca la "solución curva del chaflán, en clave racionalista, para un edificio industrial integrado en la trama urbana, con vuelos a distintos niveles".
viernes, 15 de febrero de 2013
Bilbao, la lluvia y dos sonetos de Blas de Otero
En
Bilbao llueve mucho, llueve más que en Londres. De hecho, la media
anual en la cornisa cantábrica es de unos 1500 litros de lluvia por metro
cuadrado, y en Bilbao las precipitaciones anuales suelen estar entre
los 900 y los 1300 litros por metro cuadrado. Esto no sólo tiene
consecuencias prácticas en la vida de sus habitantes sino
consecuencias en la manera en que los escritores y artistas
representan e imaginan la ciudad, y, por supuesto, en la forma en que
la imaginan todos quienes la conocen por vivir en ella, por visitarla
a menudo o por entrar con frecuencia en esa ciudad imaginaria que es
el reflejo y la continuación de la ciudad real.
Para mi, Bilbao con
sol es una ciudad extranjera. Una ciudad extraña y luminosa por la
que voy con asombro, descubriendo detalles que no pueden verse otros
días y evocando cosas remotas, ciudades lejanas o días lejanos. El
Bilbao soleado es una ciudad que nos visita a nosotros y se establece
a nuestro alrededor sin que la hayamos invitado, una gozosa invasión,
podríamos decir.
Pero el verdadero Bilbao es el Bilbao de la lluvia.
Hay un Bilbao en el que siempre llueve, y está en las páginas de
muchos libros y en las imágenes que atrapan algo de esa atmósfera
de ciudad vuelta hacia adentro, ciudad de ventanas encendidas y de
cosas perdidas en la niebla en la que todo suena de otro modo y en
el rumor que es el sonido de la ciudad hay voces y hay versos. Como estos
de Blas (de Otero) que no podrían faltar en una antología sobre
la lluvia en Bilbao.
Blas
de Otero: sonetos de Bilbao con lluvia
LEJOS
Cuánto
Bilbao en la memoria. Días
colegiales.
Atardeceres grises,
lluviosos.
Reprimidas alegrías.
furtivo
cine. cacahuey. anises.
Alta
terraza, procesión de jueves
santo,
de viernes santo, santo, santo.
Por
Pagasarri las últimas nieves
y
por Archanda helechos hechos llanto.
Vieja
Bilbao, antigua plaza Nueva,
Barrencalle
Barrena, soportales
junto
al Nervión: mi villa despiadada
y
beata. (La virgen de la Cueva
que
llueva, llueva, llueva). Barrizales
del
alma niña y tierna y destrozada.
1923
Llueve
en Bilbao y llueve llueve llueve
livianamente,
emborronando el aire,
las
oscuras fachadas y las débiles
lomas
de Archanda, mansamente llueve
sobre
mi infancia colegial e inerme
(jugando
con los chicos de la calle
reconcentrada
y tímidamente).
Por
Pagasarri trepan los Pinares.
Llueve
en la noche triste de noviembre,
el
viento roza y moja los cristales,
y,
entresoñando, escucho. Llueve llueve
en
mi villa de olvido memorable
-mademoiselle
Isabel-, pálida frente
de
niño absorto entre los soportales...
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