sábado, 21 de mayo de 2011

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Barbacid y la ministra

Publicado en el diario El Correo el 10.05.11
MARÍA MAIZKURRENA
Más interesante que los platos y los corazones rotos, más que las intimidades y las broncas de las estrellas de cine, es la novela trágica en la que se sitúa este episodio. Los primeros capítulos de la novela de la ciencia española fueron más trágicos, pero los episodios de la democracia son más frustrantes, porque los diferentes gobiernos parecen decididos a titubear y acaso malograr con sus titubeos aquello que está, hoy sí, al alcance de la mano. No me refiero solamente al trabajo de Barbacid y el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas, aunque este episodio es una muestra de cómo van las cosas. Van mal. Se hacen a medias. Se ha calculado que España es un 20% más pobre de lo que sería si invirtiera más y mejor en ciencia y desarrollo. Pero tenemos una burocracia entorpecedora y leyes bastante torpes. Y algunos otros impedimentos.
Mariano Barbacid pertenece a la élite científica mundial. La ciencia es poco democrática o muy democrática, según se mire. En ella mandan los mejores o los que mejores resultados obtienen sea cual sea su origen y extracción social. Eso, siempre que exista un sistema que detecte y apoye a los mejores. Así avanza la ciencia. Mariano Barbacid dirigía el equipo de investigación estadounidense que, a comienzos de la década de los ochenta, realizó un descubrimiento fundamental para el estudio del cáncer. En EE UU, donde vivió veinte años, era director del departamento de oncología en el Instituto Nacional del Cáncer de Maryland. El Gobierno de Aznar lo trajo de EE UU en 1998 para ponerle al frente del nuevo Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas. Una vez que consiguió a Barbacid, el Gobierno de Aznar respiró hondo y se relajó. Enseguida quisieron recortar el presupuesto que habían prometido. En 2004, Barbacid declaró: «Sobrevivimos gracias al dinero de la UE».
Bien, ese mismo año llegó el PSE al Gobierno y, más tarde, entró en escena nuestra querida ministra Garmendia Mendizabal, donostiarra, bióloga, especialista en biomedicina. Ya está, pensamos, los problemas de Barbacid se van a arreglar y, con sus buenos resultados, recibirá un apoyo sin precedentes. Y entonces, es decir, ahora, Mariano Barbacid sale despedido. Primero salió en la prensa anunciando: «Tenemos bloqueados 50 millones contra el cáncer». La Ley de Economía Sostenible abre la puerta a que las fundaciones del sector público participen en el capital social de sociedades mercantiles, pero Garmendia paralizó esta vía apoyándose en una ley anterior, la de Fundaciones. No hay que parar la investigación, dice la ministra, el CNIO dispone de 58 millones. Sí, contesta Barbacid, para 'todos' los proyectos, no para el Programa de Terapias Experimentales. En esta trifulca pierde la ciencia y todos perdemos. Y no entendemos nada. Y nos gustaría, de verdad, entender algo.

jueves, 19 de mayo de 2011

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Marcos de Quinto

(O LA PERVIVENCIA DEL IMPERIO ROMANO)

Publicado en el diario El Correo el 26.04.11
Versión para la web

Marcos de Quinto ha criticado a Telefónica en Twitter. Es emocionante ¿no? Mucho más que la política vasca, que la política en general. Más que el Aberri Eguna, más que los movimientos adaptativos y evolutivos en el magma biológico de la izquierda abertzale. Marcos de Quinto contra César Alierta. Primer round. Como Telefónica ha anunciado que va a recortar su plantilla, de la población común (población trabajadora, sobra decirlo) emana una natural simpatía hacia Marcos y una gran prevención hacia César. Como Marcos de Quinto, lo mismo que César, vive en las alturas donde los nombres de las multinacionales sustituyen a los nombres de los montes en que vivían los dioses, o al menos a los nombres de las siete colinas de Roma, se ha atrevido a criticar la política de des-empleo de la gran compañía de telecomunicaciones. «Hay quienes hacen el dinero aquí con tarifas altas y lo reinvierten fuera con bajas. Luego sacrifican el empleo del lugar que les da el 'cash'» es una de las frases que más se han reproducido (hoy día las frases que tienen éxito reproductivo alcanzan portentosas cifras de clones en el nuevo medio comunicativo-tecnológico en el que chapotean).
Les voy a presentar a Marcos de Quinto, por si no lo conocen. Marcos de Quinto es el presidente de Coca-Cola Ibérica y esto... En fin, esto es mucho. Tanto que hasta se nos puede olvidar que el presidente de Coca-Cola tiene una existencia fuera de La Compañía. Marcos de Quinto, hijo de una actriz y de un crítico y autor teatral, José María de Quinto (que era amigo de Buero Vallejo) nació en el año 58. Es exalumno de Josefina Aldecoa y economista especializado en econometría. «Gabriel Celaya también era ingeniero y escribía muy bien», dijo una vez en una entrevista. A finales de los años 60 Blas de Otero le regaló un libro y un león de madera. Dos de sus pasiones confesas son África y el teatro. Sumando todo esto a las frases de Twitter, aplicando esquemas automáticos de reduccionismo mental, (precipitándonos un poco) podríamos ver en este enredo (Marcos contra César) al burgués bueno y al burgués malo; al tipo creativo, inquieto, culto y un poco 'traidor' a su clase versus la representación del capitalismo en su fea estrategia arrolladora y cortoplacista (¿Telefónica?). Pero nada es tan sencillo como parece. Por ejemplo, Marcos de Quinto es un hombre complejo. O tal vez, simplemente un hombre. Quizás por eso se ha construido un chalet de 400 metros junto a la Ciudad Encantada de Cuenca y encima de un yacimiento arqueológico. Es comprensible que quien pueda permitirse el lujo de la belleza se la apropie con el egoísmo del animal sano. Lo que no es comprensible, Marcos, que no eres el comandante Marcos, es que te quieras hacer además un circuito de rutas todoterreno de 650 hectáreas. Y una urbanización. Lo que no es comprensible es que, a pesar de la denuncia de Ecologistas en Acción, que data de 2007, la ley, que debería proporcionar los anticuerpos contra el egoísmo cuando este se vuelve demasiado pernicioso, no haya sido eficaz.
Y ahora, con permiso, me voy a tomar una coca-cola light para poner punto final a este artículo.