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Vista de la calle María Díaz de Haro desde la plaza Ramón de Basterra |
La
calle María Díaz de Haro recibió su nombre en 1920. Sin embargo,
sabemos que en los años 50 del siglo pasado estaba aún incompleta, con
muchos solares sin edificar. La fusión de urbanismo y naturaleza no era
algo que se planteara en aquellos tiempos y la idea general era que
la segunda debía quedar desterrada por el desarrollo del primero. En
el florido verbo de Damián Roda esto se decía de la siguiente
manera:
Como
una gran parte de las vías abiertas sobre los viejos fundos de
Basurto, marca el promedio, la equidistancia entre el propósito y la
realización. Son calles que, como la misma urbe que las alumbra,
están en marcha en su insobornable viaje hacia la madurez. Sus
perfiles, todavía imprecisos, se desdibujan sobre las oquedades
yermas o la muralla ciega de los parques que, que, como el de
Escauriaza, todavía ensombrecen su total articulación, y en la que
se anuncia, desde ahora mismo, el ritmo y la majestad de su noble
andadura urbanística y arquitectural.
(Damián
Roda, Alma y paisaje de Bilbao, Bilbao 1954, pág 213)
En
el extremo norte el busto de Ramón de Basterra ya indicaba el
comienzo de la calle, y en extremo sur ya existía el edificio de lo
que entonces era Instituto Provincial de Sanidad y Escuela de
puericultura, que hoy es parte de la red de equipamientos del
Servicio vasco de salud.
"Y
es en este último tercio de su ruta, totalmente edificado, donde su
tónica vital adquiere su máximo grado de madurez. Su tránsito
humano se adensa y robustece, aunque en la vitola modesta, atrafagada
y humilde, de quienes luchan por la existencia” escribía Damián
Roda a principios de la década de los 50, Y enseguida añadía,
refiriéndose a estas gentes que debían luchar por su existencia “bien que sin aparentes agobios, en el estoicismo senequista del
español”. El párrafo es interesante. Por una parte, señala una
diferencia entre los dos extremos de la calle que aún hoy persiste, aunque de otra manera.
Por otra, nos hace ver la diferencia entre la correción política de
entonces y la de hoy.
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Vista de la calle desde su otro extremo, junto al edificio de Osakidetza |
Hasta
1890 Bilbao no terminó de anexionarse por completo los terrenos de
la anteiglesia de Abando. Seis años después se acometía el proceso
de ampliación del Ensanche sobre los nuevos terrenos anexionados,
que eran los de Basurto, Olabeaga y Zorroza. Durante varios lustros,
la zona de Indautxu, como el campo de Volantín al otro lado de la
ría, fueron las porciones de los extrarradios donde la burguesía
construía sus chalets. En las idas y venidas, vueltas y revueltas
del proceso de expansión de la villa, hubo una amplia zona
catalogada como “las afueras” en las ordenanzas municipales donde
podía aparecer de todo, desde fábricas hasta casas de labranza,
pero no se podían construir casas de vecindad. Los propietarios
fueron construyendo, sin embargo, verdaderos “mini ensanches” y
consiguieron que el Ayuntamiento los considerara parte del Ensanche
de la villa para luego reclamar que se urbanizara el terreno que
había entre ellos. En 1899, varios propietarios que al parecer
tenían otros intereses, apoyados por un concejal, consiguieron que
“Abando, Basurto, La Peña, Zorroza y Olaveaga” tuvieran que
sujetarse de nuevo al reglamento de “las afueras”. Las ordenanzas
municipales no se cambiaron hasta 1906, cuando ya el proyecto de
ampliación del primer Ensanche firmado por Enrique Epalza a finales
del siglo XIX había sido sustituido por el que finalmente se
llevaría a cabo, el de Federico de Ugalde, que salió del concurso
de ideas convocado por el Ayuntamiento en 1904.
Doña
María Díaz de Haro, “confundadora de la villa de Bilbao”, como
decía Manuel Basas en su diccionario de calles, era la sobrina de
don Diego López de Haro, apodado “El Intruso”. Vivió en una
época turbulenta, es decir, aquella Edad Media en la que los linajes
peleaban entre sí y los herederos de los linajes también. Era ella
la señora de Vizcaya en 1295 cuando su tío se adueñó del señorío,
al parecer con la anuencia de la nobleza local, y volvió a serlo cuando
don Diego murió en el sitio de Algeciras en enero de 1310. El 25 de junio de ese año doña María “confirmó la fundación de Bilbao hecha por su tío diez años
antes”, escribe Manuel Basas.
(Manuel Basas. Diccionario abreviado de calles de Bilbao. Bilbao 1991. Pag. 102)
Toda esta historia de intrigas medievales la cuenta muy bien el ex alcalde de Bilbao José María Gorordo en una entrada de su blog dedicada a la Gran Vía de don Diego López de Haro y a la Calle María Díaz de Haro.
(Manuel Basas. Diccionario abreviado de calles de Bilbao. Bilbao 1991. Pag. 102)
Toda esta historia de intrigas medievales la cuenta muy bien el ex alcalde de Bilbao José María Gorordo en una entrada de su blog dedicada a la Gran Vía de don Diego López de Haro y a la Calle María Díaz de Haro.