Urribarri
/ Indautxu / Ingenieros
Trolebús en Bilbao |
Era
el número cinco el de mi alma.
En
el número cinco regresamos
–mi
madre y yo subidos en el rojo
trolebús
londinense– a nuestra casa.
Lo
mismo que en un sueño recordado
nos
acompaña el hormigueo eléctrico
de
los cables tendidos y es mi sangre
intermitente
y roja, corno el rojo
trolebús
que atraviesa la ciudad en otoño.
Yo
en el piso de arriba con mi madre,
juventud
que se aleja, y yo temiendo
su
desaparición, yo echando cuentas
dentro
del cinco, yo multiplicando,
yo
sumando y restando y dividiendo
para
saber la duración del viaje
mientras
rozan las ramas de los tilos
las
altas ventanillas clausuradas
y
extravían sus hojas en el rojo
número
cinco que recorre lenta,
intermitentemente
la ciudad
como
un cuerpo obligado y conocido,
de
Uríbarri a Ingenieros. Hace poco
que
sé multiplicar, pero me cuesta
horrores
dividir, sumar me asusta
cada
vez más. El tiempo pasa, el cinco
sigue
siguiendo y yo multiplicando,
dividiendo,
rezando, prometiendo
contra
su pecho aún firme cualquier cosa
que
me duela muchísimo. En mis manos
de
siete años cumplidos el temor
recién
nacido aquel otoño. Alzado
por
el amor al cinco, echando cuentas
dentro
del cinco, yo multiplicando,
yo
sumando y restando y dividiendo
para
saber la duración del viaje
que
aquel otoño estaba comenzando.
Del libro Travesía de Bilbao