Situación de la calle en el plano de la villa
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Alameda del Dr Areilza: fachada de los portales pares
Alameda del Dr. Areilza: fachada de los portales impares
Alameda del Dr. Areilza: portales y chaflanes
La calle del Dr. Areilza y la plaza Indautxu en invierno
EL DOCTOR AREILZA
Manuel
Basas escribió en su Diccionario de Calles de Bilbao, en la entrada
Areilza, Doctor: “Da nombre desde 1926 a la importante Alameda que
se extiende desde la Gran Vía hasta Autonomía, frente a la Plaza de
la Casilla, atravesando otras seis calles: Rodríguez Arias, Poza,
Urquijo, Bolívar, Pérez Galdós y Eguía.”
Manuel
Basas, historiador y bibliófilo de la villa (quizás demasiado
“bibliófilo”) escribió esto en los años noventa del siglo
pasado. La calle, o mejor dicho, la Alameda del Doctor Areilza sigue ahí. Sigue ahí
desde 1926, el año de la muerte del ilustre personaje que le da
nombre. Este, Enrique Areilza Arregui, había nacido en 1860 y con
sólo siete años perdió a su padre. Estudió medicina en Valladolid, gracias a la ayuda de su tío Miguel de Areilza, mariscal de campo
del ejército carlista que vivía exiliado en Baiona. También
gracias a su tío pudo ampliar estudios en París.
Apenas
regresó a Bilbao, un jovencísimo Dr. Areilza fue seleccionado para
“diseñar los hospitales de Triano, Matamoros y Galdames, en los
que (...) desarrolló su actividad durante veinte años”,
según escribe Txema Montero en un artículo publicado en Deia, donde aporta
interesante información sobre la persona y sobre
el ambiente cultural, social y político de la época: Ver
http://www.deia.com/2012/03/11/opinion/tribuna-abierta/enrique-de-areilza-doctor-testigo-y-heraldo
La experiencia de la zona minera, donde el Dr.
Areilza desarrolló una labor médica que iba más allá de lo que se
le podía exigir, y una labor social que para él formaba parte de su actividad como médico, le
marcó para siempre. Se metió en el corazón del infierno minero y eso iba a influir en toda su carrera, en su preocupación por crear los mecanismos para que los progresos de la medicina, o los cuidados médicos a secas, llegaran a los que no tenían recursos, vamos, a los pobres.
Así, más
adelante fundaría el Sanatorio Bilbaino y el Preventorio
Antituberculoso Infantil de Gorliz (este en 1909). En 1918 fue
nombrado Director del Hospital Civil de Basurto (Bilbao)
En la
novela de Blasco Ibáñez El intruso, la figura del médico Luis
Aresti está basada en la persona real del Dr. Areilza. Sobre esto ha
escrito José Fernández de la Sota:
“La
personalidad del doctor Areilza atrajo al Hospital Minero de Triano,
en donde don Enrique desarrolló una extraordinaria labor
médico-social entre finales y principios de siglo, a figuras como
Valle-Inclán y Blasco Ibáñez. El primero, con su carlismo
anarquizante y místico, se acercaba las minas de Gallarta para
escuchar los ecos apagados de la última guerra civil. El segundo,
bastante menos místico, se acercaba a la zona minera atraído por
otro tipo de ecos. Los ecos de un incipiente movimiento político,
que estaba dando sus primeras voces y sus primeros pasos en aquellos
lugares. Bizkaia, en plena revolución industrial, reunia todas las
condidiones necesarias para que prosperase el socialismo”
Según cuenta el propio Fernández de la Sota, Enrique de Areilza le escribió a su amigo el filólogo Pedro de Múgica: “El señor Blasco Ibáñez vino a Bilbao a cazar chimbos para hacer una paella de las de su tierra y trajo la puntería puesta en mi persona (…). El señor Blasco Ibáñez quiso venderme un favor haciéndome héroe de su novela. Pero se equivocó grandemente. A mí no me gusta salir en los papeles, y menos con el gorro frigio y comiendo chuletas de cura”.
(Citado
por José Fernández de la Sota en su Introducción a Tres Batallas
por Bilbao, de José María de Areilza, Ediciones El Tilo, Bilbao,
1997)
Haz click en la imagen para leer el artículo "El médico de los mineros", por Josu Montalbán
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